Charles Bricman se va lanza en ristre contra los comentaristas anónimos. No se trata de una cuestión de derecho sino, para él, de credibilidad y cortesía. “A menos que tengan una razón imperiosa (…) se están disparando una bala en el pie”. Qué importancia le podemos dar a una opinión de alguien cuyo nombre nos es desconocido? “En el anonimato, veo un poco la burqa del bloguero” exclama este reconocido periodista y bloguero belga de cierta edad. La discusión, que continúa en su blog, ha interpelado mis razones para mantener un anonimato.Sigo pensando que nuestras sociedades no están todavía listas para aceptar que uno pueda tener una opinión diferente sobre el negocio de su empleador o derecho de rumbear y tomarse fotos sin que por ello los de recursos humanos lo tilden de inmaduro en una entrevista de trabajo. Igual o peor cuando se trata de expresar opiniones políticas. Me quito el sombreo ante aquellos que no temen dar la cara, nombres y apellidos, guardan su compostura al escribir y lidian con los retrógrados en sus bitácoras. No me gustan entonces aquellos valientes que, bajo la cubierta de un pseudónimo, sueltan mentiras o cosas desagradables. Igual si conocemos sus nombres. Sin embargo, no dudo en conocer, apenas la ocasión se presenta, uno que otro bloguero dejando a un lado mi burqa.
El anonimato entonces debería hacernos más responsables, detallados, equilibrados y abiertos. Si a veces las pasiones nos arrebatan y no podemos contenernos delante del teclado, tengamos en cuenta que el precio que pagamos es una pérdida de nuestra credibilidad.
Mientras me decido pues y a guisa de conclusión, le pregunto amable lector@: Cómo se imagina(ba) el autor de este blog?
Todas las respuestas correctas serán confirmadas :-)
PD: Una pequeña ayuda se encuentra haciendo click arriba en la foto de la mujer Rashaida con burqa (foto de Vit Hassan en flickr)